sábado, 18 de julio de 2015

Las Rutinas y nuestro Cerebro Reptil

Podemos llamar rutinas a comportamientos que se realizan cada día de forma casi automática. Se trata de pequeñas actividades, que de tanto repetirlas de la misma manera, pasan a formar parte de nuestros hábitos o costumbres dándonos una sensación de agrado y seguridad.  Algunas de ellas podrían ser: cepillarse los dientes, todo lo que hacemos antes y mientras vamos al baño, las preferencias en cuanto a las comidas o que hacemos antes de ir a dormir. Como en todo el quehacer humano, en las rutinas nuestro cerebro participa de manera integrada, sin embargo las rutinas y los ritmos de nuestra vida parecen ser manejados exclusivamente por la parte más primitiva de nuestra inteligencia básica, el llamado Cerebro Reptil
El cerebro Reptil es el responsable de las conductas más instintivas o de supervivencia de nuestra especie, se ubica en el aquí y el ahora usando la poderosa energía del movimiento actúa, imita, va estableciendo rutinas, rituales, hábitos y costumbres que progresivamente nos hacen sentir en confianza y con mayor seguridad. Por otra parte el sentido de pertenencia, familiar a grupos o relaciones, la delimitación cuidado y defensa de nuestros territorios (Físicos o emocionales) son activados también por este antigua parte de nuestro cerebro. De seguro, durante los primeros cinco años de vida instalamos estos comportamientos, que se constituirán en pilares, patrones de la seguridad y auto-confianza en nuestros niños.
Las rutinas forman parte de las dinámicas que a diario ejecutamos sin reparar en ellas, como docentes con nuestros niños y niñas de preescolar. Con certeza al llegar hay algunas actividades, que son seguidas por otras, los niños saben que en algún momento del día se canta, en otros se dibuja, en otros irán a comer  tal vez luego a descansar, para tener más tarde un rato de juegos libres. Ellos dejan de ocuparse de este orden es cosa de adultos, por lo que su atención y energía podrá dirigirse, entonces, a explorar, aprender y jugar. Otro beneficio de la rutina es que interioriza una idea del tiempo, la regularidad en el cuidado les permite predecir que sigue en el día. Prestar atención a estas rutinas, organizarlas deliberadamente, tomar consciencia de la importancia que tienen para los niños, de su valor en la formación de hábitos saludables,  hace de las rutinas un aliado indispensable para enseñar a prestar atención a nuestros niños y niñas.

Como puede verse, las rutinas ritman la vida de nuestros niños y niñas de preescolar, ello sucede pues el ritmo es un proceso organizador de todos los procesos vitales, desde el vientre materno el bebe percibe el pulso cardíaco de mamá, sus movimientos al caminar. Al nacer encuentra sus propios ritmos al respirar, succionar, balbucear. Así, progresivamente adquiere un ritmo propio de sueño y vigilia. Progresivamente un oscilar entre dos opuestos provee a cada ser de posibilidades de crecer en armonía, De manera que, al igual que el aire es inhalado y luego exhalado para fomentar la vida, pareciera que todo proceso rítmico tiene un efecto estimulante, que calma, armoniza y en tal sentido, si deseamos capturar la atención plena y motivación de nuestros niños y niñas de preescolar hemos de configurar rítmicamente las rutinas empleadas cada día en nuestro centro, considerando el criterio actividad-descanso-pausa.
Otra posibilidad es tener presente las polaridades, hay tiempo para hablar pero también para escuchar, hay tiempo para jugar pero también para descansar, es posible cantar y bailar pero también es posible susurrar o permanecer quietos y en silencio. En la actualidad los niños conviven en entornos llenos de ruido, imágenes que cambian a mucha velocidad, sentimientos de apuro y estrés en las familias que parecieran no dejar lugar a la contemplación y la pausa. Ese proceso que conocemos como oscilación,  ir y venir, expansión y contracción (permisos y restricciones) conduce a ocupar diferentes espacios, diversas posibilidades y caminos de acción, todo lo cual  necesita ser considerado y utilizado en nuestros centros de preescolar.
La calma debe tener también un lugar en la vida de nuestros niños y niñas,  y la mejor manera de incorporarla es a través de las rutinas escolares, ya que además, todos los niños deben seguirlas, lo que se convierte, de hecho, en un efecto multiplicador.
Usar el ritmo en la enseñanza respetará el funcionamiento y desarrollo natural del niño, le brindará una seguridad y soporte que le acompañarán en adelante creando pautas, o estructuras ordenadoras para la vida.  que (en caso de ser adecuadamente implementadas)  le ayudarán a atender, a sentirse respetado, querido, valioso y menos temeroso.

Finalmente, dirigir la mirada para observar nuestras propias rutinas como personas y como docentes, nuestros hábitos, el ritmo con el que llevamos nuestra vida, nuestro trabajo como maestras de preescolar, despertar nuestra atención acerca de lo que decimos y cómo lo decimos, las cosas que nos disgustan y cómo respondemos ante ellas, ha de ser un primer paso para reconocer a presencia en nuestro accionar de un cerebro Reptil y tal vez así comprender mejor a estos pequeños a quienes nos toca guiar en su etapa preescolar.